Sunday, February 17

Hay Mil Maneras de Derrotar a un Hombre

Hay Mil Maneras de Derrotar a un Hombre
Pedro Guerra

Ponlo de rodillas a un hombre en su trabajo,
ponlo en un aprieto de luz por resolver,
sólo con un rasgo de nieve en el querer
ese hombre está acabado.

Puedes disparar a un hombre sin ser visto,
puedes darle un golpe de crisis en la sien,
sólo con un seco rasguño en el querer
ese hombre habrá caído.

Caído al suelo, caído al mar
al pozo oscuro de la soledad.

Puedes rescatar los daños del pasado,
puedes por convenio dejarlo sin comer.
Sólo con un brote de sangre en el querer
ese hombre está doblado.

Puedes ignorar la angustia de sus hijos,
puedes darle largas al signo de su piel,
sólo con un aire de olvido en el querer
ese hombre habrá caído.
Caído al suelo, caído al mar
al pozo oscuro de la soledad.

Pedro Guerra

Thursday, February 14

Caos calmo

No hay noticias estimulantes del cine italiano desde hace mucho tiempo, algo insólito en la tierra que parió el neorrealismo, tuvo directores y actores con arte torrencial y justificado prestigio internacional, realizó muchas y agridulces comedias que ya pertenecen al clasicismo más gozoso, respiraba heterodoxia y vitalismo. Hay muy pocos autores en los últimos años del cine italiano cuya obra sea apasionante y exportable, que despierte o renueve el interés de los cinéfilos de cualquier parte.

Uno de los escasísimos ejemplares de esa raza casi extinguida es un señor llamado Nanni Moretti, alguien dotado de inteligencia afilada, gracia, sentido crítico, mala leche, poder de comunicación y de convicción, un ojo privilegiado para captar el estado de las cosas, para lograr la identificación y la comprensión del espectador hacia las neurosis, miedos, angustias, incertidumbres, deseos, mordacidad y turbulencias íntimas que aquejan a esos personajes urbanitas que él se inventa e interpreta con naturalidad, cercanía emocional y matices.

Caos calmo la dirige Antonello Grimaldi, al que sería injusto y arriesgado quitar méritos, pero la escribe y la protagoniza Nanni Moretti, consiguiendo que su personalidad y su huella floten permanentemente en la temática, las obsesiones y el aroma que desprende esta atractiva y tierna película.

Moretti da vida a un alto ejecutivo de una empresa audiovisual al que el mundo se le viene encima cuando su mujer la palma y debe ocuparse de una hija pequeña a la que amenaza la parálisis emocional por esa insustituible pérdida. El aspirante a tiburón del mundo empresarial pasará olímpicamente de fusiones e intrigas para conseguir el poder, se dedicará íntegramente a vigilar que su cría no se derrumbe y vuelva a integrarse en la normalidad, abandonará sus responsabilidades profesionales para vivir en el microcosmos que rodea la existencia escolar y sentimental de la niña, llevará su pena y su desconcierto con aparente estoicismo, se hundirá, se impondrá la obligación de levantarse.

Todo ello está contado al estilo Moretti. El argumento puede sonar a ya visto y oído, pero su desarrollo es muy original. Aunque te esté hablando de una tragedia, su mirada sobre las personas, los sentimientos y las cosas mantiene el sentido del humor y la calidez, el toque surrealista y la inteligente humanidad para entender las razones de todos los pintorescos o normales personajes que pueblan Caos calmo.

En el monólogo interior de este tipo, en su desamparo, en su agobio, en su hallazgo de otra forma de vivir, en su excentricidad, podemos reconocernos subterránea o transparentemente la mayoría de los espectadores.

Al parecer, un escandalizado obispo italiano le acaba de hacer una gratuita publicidad a esta pecadora película al exigir a los actores como Dios manda que declaren objeción de conciencia cuando les pidan rodar escenas de sexo. Se supone que la castidad clerical no sabe nada de los regocijos de la carne, pero ellos siempre tienen que dar la brasa prohibiendo esos placeres a sus fieles aunque también humanos transgresores.

El País
CARLOS BOYERO


Caos Calmo

Un hombre, su caballo y su perro

Un hombre, su caballo y su perro, caminaban por una calle.
Después de mucho caminar, el hombre se dio cuenta de que los tres habían muerto en un accidente.
Hay veces que lleva un tiempo para que los muertos se den cuenta de su nueva condición.
La caminata era muy larga, cuesta arriba.
El sol era fuerte y los tres estaban empapados en sudor y con mucha sed.
Precisaban desesperadamente agua.
En una curva del camino, avistaron un portón magnífico, todo de mármol, que conducía a una plaza calzada con bloques de oro, en el centro de la cual había una fuente de donde brotaba agua cristalina.
El caminante se dirigió al hombre que desde una garita cuidaba de la entrada.
-Buen día
-dijo el caminante.
-Buen día
-respondió el hombre.
-¿Qué lugar es este, tan lindo?
-preguntó el caminante.
-Esto es el cielo
-fue la respuesta.
-Qué bueno que llegamos al cielo, estamos con mucha sed
-dijo el caminante.
-Usted puede entrar a beber agua a voluntad
-dijo el guardián, indicándole la fuente.
-Mi caballo y mi perro también están con sed.
-Lo lamento mucho
-le dijo el guarda.
-Aquí no se permite la entrada de animales.
El hombre se sintió muy decepcionado porque su sed era grande.
Mas él no bebería, dejando a sus amigos con sed.
De esta manera, prosiguió su camino.

Después de mucho caminar cuesta arriba, con la sed y el cansancio multiplicados, llegaron a un sitio cuya entrada estaba marcada por un portón viejo semiabierto.
El portón daba a un camino de tierra, con árboles de ambos lados que le hacían sombra.
A la sombra de uno de los árboles, un hombre estaba recostado, con la cabeza cubierta por un sombrero; parecía que dormía...
-Buen día
-dijo el caminante.
-Buen día
-respondió el hombre.
-Estamos con mucha sed, yo, mi caballo y mi perro.
-Hay una fuente en aquellas piedras
-dijo el hombre indicando el lugar-.
Pueden beber a voluntad.
El hombre, el caballo y el perro fueron hasta la fuente y saciaron su sed.
-Muchas gracias
-dijo el caminante al salir.
-Vuelvan cuando quieran
-respondió el hombre.
-A propósito
-dijo el caminante
- ¿cuál es el nombre de este lugar?
-Cielo
-respondió el hombre.
-¿Cielo?
¡Mas si el hombre en la guardia de al lado del portón de mármol me dijo que allí era el cielo!
-Aquello no es el cielo, aquello es el infierno.
El caminante quedó perplejo. Dijo:
-Esa información falsa debe causar grandes confusiones.
-De ninguna manera
-respondió el hombre-.
En verdad ellos nos hacen un gran favor.
Porque allí quedan aquellos que son capaces de abandonar a sus mejores amigos.

Pablo Coelho

Sunday, February 3

Método

MÉTODO
Mario Benedetti

Me gusta el disgusto de los malignos
cuando no consiguen envenenar al otro
o no logran vender
sus mentiras de crédito

el modo más tranquilo de defendernos
es estar seguros de quiénes somos
convivir con la pena insobornable
no encandilarnos con las profecías
y sobre todo descubrir
los secretos del antes
para que nos sirvan de algo
en el después

Canciones del que no canta
Mario Benedetti

Somos

SOMOS
Mario Benedetti

Ante uno mismo hay que compenetrarse
de lo que somos o queremos ser
para así aprovechar nuestros posibles
y descartar los imposibles vanos

suena el bandoneón como un aviso
con él nos estiramos y encogemos
de pronto echa tristeza como humo
y lo seguimos en las horas turbias

con uno mismo habrá que ser decente
dejar las máscaras en el desván
y enfrentar de una vez a los que miran
con ojos de pregunta sin audacia

si vale que no somos / qué vergüenza
en cambio si al fin somos lo que somos
sabremos que el espejo taciturno
nos copia las arrugas de la vida

es mejor no engañar en el mercado
de la felicidad y de las lágrimas
si nos tienen que amar / que nos conquisten
si nos tienen que odiar /pues que nos odien

nosotros odiaremos y amaremos
en nuestra ley de pena y regocijo
y no hacia donde indique la veleta
o el caprichoso afán de los de arriba

si desfallezco en brazos del paisaje
es porque somos de la misma tribu
ah pero a veces el turbión arrolla
y yo me quedo a solas con mi alma

Canciones del que no canta
Mario Benedetti

No et puc dir res - 2007

Para un moment a prendre alè: potser no era per aquí.

Laia Noguera

Vendrán días

Manolo García
Nunca el Tiempo es Perdido

Vendrán días
Vendrán días en que el peso que hoy te abruma se hará liviano.
Vendrán días en que ese peso ya no será carga sino bagaje.
Vendrán días, han de venir.

Porque un alma que alberga sentimientos viles no brilla
y un alma sin brillo es un tiempo marchito para quien lo soporta.

Somos levedad

Manolo García
Nunca el Tiempo es Perdido

Somos levedad

Como tú, camino por esta estrecha calle.
Como tú, necesito soles que giren para alumbrarme.
Que hagan brillar lo bueno que pueda haber en el alma.
Sonrío al viento porque en él
huelo el humo del incendio.

Porque se que la fe es creer
en algún dios aunque no existan.
O existir aunque ese dios
a veces no crea en ti.
En caminar, aunque hoy no brille tu estrella.
Como tú, camino por esta tierra que pronto será yerma.

Levedad. Somos levedad.
Levedad. Somos levedad.
Levedad.

Manolo García reaparece con un disco grabado en Creta

"La letra es un alegato al fluir de la vida:
nunca hay que empujarla sino dejarse llevar"

Gran parte del disco ha sido grabado en Creta (Grecia), y tendrá importantes influencias de la música griega. Según Manolo, será un disco más claro que de costumbre en cuanto a las realidades sobre las que quiere hacer reflexionar, y contará con la ayuda de músicos, entre otros, de Ojos de Brujo, y las mezclas correrán a cuenta de Neil Dorfsman, ingeniero de sonido que ha trabajado con Eric Clapton, Mark Knopfler u Oasis.

También está prevista para esta primavera una exposición de su obra gráfica creada durante la preparación de este nuevo disco.


Manolo García ultima los detalles de su nuevo trabajo discográfico

Manolo García
Entrevista en Ratones Coloraos

Antropología del dolor

"El hombre sufre a causa de un bien del que él no participa, del cual es en cierto modo excluido"

"Sólo hay un dolor fácil de soportar, y es el dolor de los demás"

"El dolor es sacralidad salvaje ¿Por qué sacralidad? Porque forzando al individuo a la prueba de la trascendencia, lo proyecta fuera de sí mismo, le revela recursos en su interior cuya propia existencia ignoraba. Y salvaje, porque lo hace quebrando su identidad. No le deja elección, es la prueba de fuego donde el riesgo de quemadura es grande. Es propio del hombre que el sufrimiento sea para él una desgracia donde se pierde por entero, donde desaparece su dignidad, o, por el contrario, que sea una oportunidad en que se revele en él otra dimensión: la del hombre sufriente, o que ha sufrido, pero que observa el mundo con claridad"

"El dolor es una punción de lo sacro, porque arranca al hombre de sí mismo y lo enfrenta a sus límites, pero se trata de una forma caprichosa, que hiere con inaudita crueldad. Sin embargo, si permanece bajo el control moral o si es superado, ensancha la mirada del hombre, le recuerda el precio de la existencia, el sabor del instante que pasa. Todo depende del significado que el hombre le confiera. Si suprime el gusto de vivir cuando golpea, opera el efecto contrario en cuanto se aleja. Es una llamada al fervor de existir, un memento mori que devuelve al ser humano a lo esencial".

"Un mismo individuo no tiene una relación constante con su dolor. Las circunstancias la hacen variar como se ha visto: se distrae enfrascándose en una actividad absorbente, o lo olvida al ser súbitamente reclamado para una tarea imprevista o por preocupaciones que reclaman toda su atención. El dolor se acentúa si no se piensa más que en él, si el individuo se deja disolver en su tormento. El significado que se otorga al hecho doloroso, el estado de ánimo que reina en tal o cual momento, son las matrices que dan forma al sentimiento del dolor"

"En el sufrimiento está como contenida una particular llamada a la virtud que el hombre debe ejercitar por su parte. Ésta es la virtud de la perseverancia al soportar lo que molesta y hace daño. Haciendo esto, el hombre hace brotar la esperanza, que mantiene en él la convicción de que el sufrimiento no prevalecerá sobre él, no lo privará de su propia dignidad unida a la conciencia del sentido de la vida"

Antropología del dolor
David Le Breton


Despojar al dolor de todo significado supone dejar al ser humano sin recursos, hacerlo vulnerable. Aunque parezca al hombre el acontecimiento más extraño, el más opuesto a su conciencia, aquel que junto a la muerte le parece el más irreductible, el dolor no es sino el signo de su humanidad.